El origen
Este sabor cercano y tradicional podemos palparlo en tres elementos fundamentales que brillan entre todos los demás allá donde miremos: los caballos, el Vino de Jerez y las flamencas. La compañía cálida y las copas frías son los mejores complementos a este evento.
La Feria del Caballo
Justo después de los asistentes, estos son los verdaderos protagonistas de la Feria del Caballo. Y así se hace saber en cuanto pisamos el recinto y la imagen de los jinetes y amazonas nos llena los ojos.
Uno de los rasgos distintivos es, precisamente, la feria equina que se sigue manteniendo paralelamente. El viernes, además, podemos disfrutar del Paseo de Caballistas, un acontecimiento especial. La exhibición de enganches del sábado es otro momento de expectación entre los asistentes.
El Vino de Jerez
La bebida más flamenca de la Feria del Caballo es el Vino de Jerez. El clima pide el hormigueo de una copa bien fría entre los dedos. La variedad de Vinos de Jerez es tan amplia que todos los paladares los degustan con tranquilidad.
Ya sea Manzanilla, Fino, Amontillado o Palo Cortado, la copa que te acompaña siempre es perfecta. Degustarlo en la caseta y rodeado de amigos es un momento Sherry Lover.
Los matices afrutados, dulces, con un punto ácido a veces, siempre siguen a la Feria de Jerez. Antes incluso de pisar una caseta, tus manos recuerdan que necesitan su Vino de Jerez.
Las flamencas
Pero si hay una imagen icónica que buscamos volver a ver vez tras vez esa es la de las flamencas. Caminando hacia la Feria de Jerez o montadas en un coche de caballos, los volantes adornan nuestros sentidos.
Los trajes, hechos de tradición y tierra, saben adaptar la moda de cada año sin perder su esencia. Amarillos, rojos, azules, negros o verdes. La gracia con la que saben portarlos las jerezanas consiguen que cada capa de su vestido sea una página de nuestro recuerdo de la Feria de Jerez.
El brillo permanente
La luz que acompaña a la Feria de Jerez es, probablemente, uno de los puntos que más llaman la atención de los nuevos visitantes. Las calles están adornadas de bombillas de colores que matizan la luz y la reconvierten a su antojo.
La portada, que cambia cada año, es paso obligado para todos aquellos que quieran acceder a las casetas. La experiencia de verla encendida por primera vez es un momento muy especial.
Denominación de origen personal
Ese escalofrío tan contagioso que nos atraviesa al pisar el recinto se hace más fuerte en las casetas. Son el lugar de peregrinación durante la Feria de Jerez y es donde nos encontramos con nuestros amigos cada temporada. Para reír, comer, bailar y disfrutar de un buen Vino de Jerez reunidos todos en torno a una bota.
No es solo la compañía
El alimento que acompaña la Feria de Jerez es parte de su encanto. Saborear los distintos matices de las comidas que se sirven en las casetas. Se trata de un evento cercano, ameno. Por ese motivo, la gastronomía que va con el evento es sencilla y clara, con básicos que siempre funcionan: jamón y queso.
Las croquetas, pescado frito, tortillas o montaditos de lomo son los platos más habituales que se encuentran en las calles del recinto ferial todo el día. Siempre acompañado, eso sí, de un buen Vino de Jerez.
Asimismo, los guisos también pueden hacer acto de presencia, especialmente cuando los días pasan y el bolsillo empieza a resentirse de tanta diversión.
Un momento mágico
Año tras año, el momento por excelencia de la ciudad de Jerez reúne a personas de todo el mundo en torno a una celebración. El Vino de Jerez, las flamencas, las casetas, la comida deliciosa y los caballos son algunos de los elementos que logran hacer de esta semana la preferida por los jerezanos.
