Cooking time: 30 min
Los Amontillados están un escalón encima de los Finos: presentan características similares pero con un mayor cuerpo y desarrollo fisicoquímico. Esto da a los Amontillados una estructura más compleja pero permanecen delicados, maridando bien con platos en los que predominan los sabores intensos como el ajo.
Primero debemos poner a remojo el pan si es que lo tenemos duro. Ponemos un par de rebanadas de pan de payés en agua fría para que la miga se ablande. Cuando esté maleable, la apartamos de la costra y la reservamos.
Mientras, habremos puesto a hervir una olla con agua. Cuando hierva, ponemos las almendras en un colador y les damos un par de escaldadas con un cucharón, es decir, les tiramos por encima dos o tres cucharones de agua hirviendo. Dejamos enfriar unos minutos y las pelamos.
La forma tradicional de elaboración del ajoblanco manda majar en un mortero los ajos y las almendras con un poco de sal. Luego añadir el pan remojado y hacer una pasta a la que le vamos añadiendo el aceite para que se mezcle. Se le añade entonces el vinagre y finalmente el agua bien fresca.
Otra opción, igualmente eficaz a mi modo de ver, es poner en un vaso de batidora la almendras bien peladas y batirlas con los dos dientes de ajo y un poco de agua fría que tendremos en la nevera. Batimos bien, le añadimos la miga de pan, el aceite y el vinagre y seguimos batiendo. Finalmente acabamos de poner el agua necesaria, rectificamos de sal y dejamos enfriar en la nevera.
Este vino, de exquista complejidad, es capaz de triunfar en múltiples terrenos, aportando su toque personal a una gran variedad de platos- ahumados, quesos curados, carnes blancas, pescado azul, platos especiados.
Como compañero de determinadas verduras como espárragos y alcachofas, nos brinda instantes sublimes.
Sírvalo entre 12° y 14° C en una copa de vino blanco.
Su sabor seco e intenso se adapta a maridajes difíciles y arriesgados.
Su estructura permite conservar las botellas abiertas durante meses.