Escena puerto de Sevilla S. XVI
Texto: JavierEstrada
La expedición estaba formada por cinco naves con 234 hombres al mando de Magallanes, en la nave capitana, la Trinidad; las otras cuatro: San Antonio, Victoria, Santiago y la Concepción, donde viajaba Juan Sebastián Elcano.
El segundo de a bordo era el español Juan de Cartagena y el cronista del viaje fue Antonio de Pigafetta.
La escuadra partió de Sevilla el 10 de agosto de 1519, saliendo del Muelle de las Mulas, en el río Guadalquivir, cerca del lado oeste del actual Puente de San Telmo. La flota descendió por el Guadalquivir hasta llegar a su desembocadura, en Sanlúcar de Barrameda, puerto del Océano Atlántico.
Durante las siguientes semanas, Fernando de Magallanes y los capitanes de las naos iban y venían a Sevilla en sus falúas para atender diversos imprevistos y allanar algunas dificultades mientras se acabó de avituallar la escuadra.
La expedición zarpó de Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre de 1519, puerto que sería también el punto de regreso tras completar la primera vuelta al globo.
Casi cuatro meses después de abandonar España, la flota se acercó a la costa de América. El 13 de diciembre de 1519, tocaron tierra en la bahía de Guanabara, donde hoy se encuentra Río de Janeiro.
En 1518 Carlos I mandó armar la expedición de Magallanes con idea de ir a buscar, por mar y por occidente, las especias que dejaron de llegar por tierra desde el oriente a partir de la toma de Constantinopla por los otomanos, en 1453. El rey no andaba sobrado de caudales, es más, necesitaba dinero urgentemente para consolidar su nombramiento como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, por lo que la Casa de Contratación fue especialmente meticulosa en los gastos de la expedición, incluyendo el correspondiente al vino, que con 590.000 maravedís supuso el capítulo más oneroso, superior, incluso, al relativo al armamento.
Como explica el Capitán de navío, Luis Mollá Ayuso, escritor y experto en la historia de la expedición de Magallanes Elcano.
Luis Mollá.
Entrevista con el capitán de navío Luis Mollá, escritor e historiador, experto en la expedición de Magallanes - Elcano.
“El vino de Jerez fue lo más caro embarcado”
Detalle de documente de embarque de botas y odres Xerez.
¿Sabemos que la expedición de Magallanes zarpó del puerto de Sanlúcar de Barrameda con vinos de Jerez en sus bodegas?
Cierto. Está documentado, en el libro de bastimentos de la expedición que se conserva en el Archivo de Indias, el embarque en Sanlúcar de una serie de botas y odres de vino de “Xerez”. Otras denominaciones de origen han intentado apropiarse de este hito histórico, como por ejemplo el vino del Condado, que sí se embarcó en Palos de la Frontera con ocasión del primer viaje de Colón, o el fondillón alicantino, que a pesar de que parece disparatado que llegara hasta Sanlúcar con el fin de embarcarlo para la ocasión, existen numerosas páginas en Internet que abundan en semejante despropósito.
¿Por qué se eligió este tipo de vino?
Desde tiempos de los Reyes Católicos y en virtud del apoyo de la Casa Medina Sidonia a la causa de Isabel y Fernando, Sanlúcar, sede principal del ducado de Medina Sidonia, gozaba de la exención de impuestos relativos al embarque de determinados artículos, entre ellos el vino de Jerez.
¿Eran vinos para consumo de la tripulación o para negociar?
Después del bizcocho (del latín bis cotto, cocido dos veces), el vino constituía la fuente principal del marinero en cuanto al aporte calórico. Por otra parte, en su justa cantidad, el vino tenía la propiedad de mantener al marinero en cierta penumbra mental, de forma que su espíritu se relajase y no se detuviesen a pensar en los muchos enemigos que tenían las expediciones a ultramar (multiplicados ampliamente en esta ocasión concreta: los propios peligros de la mar, los portugueses, los indios, un océano nuevo y desconocido más allá de América…) ni en las pocas posibilidades de sobrevivir con que contaban (recordemos que del número de marineros que embarcaron con Magallanes en Sanlúcar sólo un cinco por ciento volvió a pisar la ciudad de la que habían zarpado tres años antes).
¿Sabemos cuánto vino se embarcó y qué tipo de vinos de Jerez eran?
Se embarcaron un total de 253 barricas (botas) y 417 odres. Por su forma, el tonel es un elemento de difícil estiba a bordo, sobre todo en unas naos tan pequeñas en las que cada centímetro de espacio de carga era un verdadero lujo. Los espacios que quedaban entre las barricas se rellenaban con odres cuyos volúmenes fácilmente moldeables se adaptaban perfectamente a los huecos. La ración a la que tenía derecho un marinero era de media azumbre diaria (un litro), repartido en cuatro cuartillos a lo largo de la singladura.
Desconocemos el tipo concreto de vino que se embarcó, pero a título personal y teniendo en cuenta que debía ser un producto estable y duradero, supongo que debió ser un vino de crianza oxidativa. Quizás Amontillado.
¿Y cuánto costó este vino?
Comparado con otros no era un vino caro, pero teniendo en cuenta la dieta diaria y el número de marineros embarcados, la corona pagó bastante dinero por él, ya que se trataba de una cantidad considerable de vino. Concretamente se pagaron 590.000 maravedís (unos 70.000 euros de hoy). Una cantidad importante si tenemos en cuenta que resultó el artículo más oneroso de la expedición, por encima incluso del armamento, en el que sólo se invirtieron 561.000 maravedís.
Mapa de la travesia de Magallanes - El Cano.
¿Llegaron los vinos a dar la vuelta al mundo?
De las cinco naos, sólo una, la Victoria, completó el viaje al mando de Juan Sebastián Elcano, con un total de 18 hombres después de dar la vuelta “a toda la redondez de la tierra”.
En cuanto al vino no hay noticias fehacientes de que una parte consiguiera completar esa vuelta al mundo que hemos dado en llamar “Circunvinación”, pero tampoco las hay en el sentido contrario, de manera que podríamos convenir que si hubo un vino capaz de protagonizar esa “circunvinación” fue el Jerez.
¿Se utilizó el vino de Jerez para celebrar conquistas de nuevas tierras?
El vino de Jerez que se embarcó se utilizó para todo tipo de celebraciones, no sólo la conquista y descubrimientos de nuevas tierras. Sabemos, por ejemplo, que los marinos brindaron con Jerez por la Navidad de 1519 en Santa Lucía (hoy Río de Janeiro) que, tras el intento de motín en San Julián, se brindó también por el éxito del juicio posterior, primer acto jurídico de la historia de Sudamérica.
El vino de Jerez fue lo que calentó sus cuerpos y almas cuando se enfrentaron al frío extremo del hemisferio austral.
¿Existe algún tipo de anécdota referida a los vinos de Jerez en la historia de la circunnavegación de Magallanes?
La fuente principal con que contamos a la hora de conocer las peripecias del viaje es el libro del vicentino Antonio Pigafetta, a quien Magallanes embarcó para que documentara el viaje. Pigafetta en ningún momento hace mención al vino de Jerez, aunque sí se refiere a los licores de palma o arroz que encontraron en algunas islas del Pacífico a lo largo de su periplo.
Fotos y textos cedidos por la Revista Vida, VId y Vino.