Jerez, 12 de marzo de 2018. El acuerdo comercial específico sobre vinos firmado por la Unión Europea y Estados Unidos hace ya más de diez años supuso un avance importante para la armonización legislativa entre las dos principales zonas económicas mundiales del comercio vinícola. Sin embargo, Europa pagó un precio muy alto, al aceptar el mantenimiento de los derechos de aquellos productores americanos que –a la fecha de la firma del Wine Accord, 1 de marzo de 2016– tenían etiquetas registradas con nombres como Chablis, Port, Champagne o Sherry. Aunque desde entonces no pueda registrarse ninguna nueva etiqueta en la que se incluya alguno de los términos aludidos, el carácter de términos “semi-genéricos” que el ordenamiento jurídico americano da a 16 nombres concretos (precisamente los de las indicaciones geográficas europeas más prestigiosas) supone en la práctica que denominaciones como Jerez, Champagne, Oporto o Burdeos coexistan en el mercado norteamericano con sucedáneos locales que hacen uso indebidamente de sus respectivas denominaciones de origen. Las diferencias en precio y en calidad con los vinos originales son abismales; pero ello no hace sino agravar aún más la situación, pues para muchos consumidores americanos sin los debidos conocimientos, el término “Sherry” alude a productos de ínfima calidad, habitualmente utilizados para cocinar. Así que los exportadores del Jerez auténtico tienen primero que explicar lo que no es Sherry, antes de explicar lo que sí lo es.
Con el fin de modificar esta injusta situación, y ante las dificultades de la negociación bilateral, hace años que las denominaciones europeas más históricas, con Jerez, Champagne y Oporto a la cabeza, crearon una coalición en la que se dio cabida desde el principio a las regiones vinícolas americanas más prestigiosas, como es el caso del Napa Valley, en California. La idea era demostrar que el modelo europeo de denominaciones de origen era también interesante para la industria americana del vino y, por supuesto, para los consumidores americanos, por lo que los nombres de origen del vino deben ser respetados. A aquella primera “Declaración por la protección de los nombres de origen”, firmada en Napa (California) en 2005, se han sumado ya 23 regiones de Europa (Burdeos, Borgoña, Chianti Clásico, Rioja, Tokay y Chablis), Canadá, Australia y, lo que es más importante, hasta diez regiones vinícolas de Estados Unidos, como Oregón, Long Island o Sonoma.
La principal consecuencia de esta alianza ha sido la creación de una importante brecha en la hasta hora monolítica posición de la industria americana del vino, dominada por compañías como Constellation, Gallo o Corbell, agrupadas en el Californian Wine Institute, y que son también las principales usurpadoras de las denominaciones Port, Sherry o Champagne. Los legisladores norteamericanos ya no solamente deben escuchar a estas grandes compañías, sino también a aquellos productores que, cada vez en mayor número, creen que los nombres de origen de los vinos deben de protegerse, tanto fuera como dentro de las fronteras norteamericanas.
Las actividades desarrolladas por la coalición se han centrado en dos ciudades. El lunes 5, con ocasión de la importante feria Vinexpo Nueva York, tuvo lugar una rueda de prensa a la que asistieron más de sesenta representantes de medios de comunicación, tanto especializados como generalistas. A lo largo de la misma se presentaron los resultados de una encuesta desarrollada por la compañía GBA Strategies por todo el país y que demuestra con toda nitidez que el 94% de los consumidores norteamericanos de vino apoyan reformas legislativas que conduzcan a una mayor protección de las menciones de origen, de forma que el etiquetado no de lugar a equívocos sobre al auténtico lugar donde se elabora el vino. Tras la rueda de prensa se celebró una degustación de vinos de los miembros de la alianza, entre los que se incluyó una selección de cuatro vinos de Jerez de distintos tipos, presentados por el Director General del Consejo Regulador.
La agenda en Washington estuvo íntegramente dirigida a encuentros con representantes del poder legislativo y de la administración federal norteamericana. La delegación de Wine Origins se entrevistó con una nutrida representación de senadores y congresistas, con el fin de hacerles llegar la posición de apoyo a la protección de las denominaciones de origen, tanto americanas como europeas. En este línea, se solicitaron y obtuvieron importantes adhesiones –tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes– para una resolución presentada a iniciativa del congresista de Oregón Earl Blumenauer, que pone en valor el sistema americano de las AVA´s (American Viticultural Areas), equivalente a nuestras denominaciones de origen. Tras la maratonianas sesiones con los miembros de las cámaras (hasta 15 reuniones con otros tantos parlamentarios) y con medios de comunicación de relevancia, como el New York Times o Politico, la delegación mantuvo igualmente una importante reunión con altos representantes de US Trade Representative, la agencia norteamericana de comercio internacional.
La jornada finalizó nuevamente con una degustación de vinos de las regiones de la alianza en el emblemático edificio Rayburn, de Capitol Hill, a la que asistieron más de trescientas personas pertenecientes a las cámaras legislativas, la administración americana y la representación diplomática europea en Washington y en la que el vino de Jerez estuvo nuevamente presente.